lunes, octubre 6

Hablemos de socialismo, hablemos de democracia (primera entrega)

Eric Uribares
El discurso de la izquierda en México se ha transformado. A la par que se institucionalizaba y entraba de forma plena en la vida electoral del país, abandonó el objetivo de construir un sistema distinto al capitalista, y optó por la vía del reformismo para administrar las desigualdades inherentes al capitalismo.

Desde entonces, utilizar palabras como “socialismo” o “imperialismo” es, para algunos, prueba fehaciente de academicismo trasnochado o de militancia retro que no leyó lo último de Giddens. Sin embargo, lo cierto es que muchas nuevas vertientes académicas y concepciones de gobierno actualmente, se replantean una nueva forma de llegar al socialismo y hacerlo efectivo como forma de gobierno.

Desde los nuevos regímenes de América Latina, hasta la academia europea, el socialismo como discurso, y con ello muchas de las teorías que derivaron de él, se replantean y adaptan para explicarse la realidad actual, y construir un sistema en abierta oposición al capitalismo, pero que responda a una visión democrática que garantice las correcciones del rumbo cuando estas sean necesarias y todas las virtudes de la democracia liberal.

Pero regresemos a México y a su izquierda a la que le tiembla el pulso para llamarse socialista. Es cierto que a muchos que se decían socialistas les debemos algunas de las desgracias más grandes de este planeta, como también se las debemos a muchos que se dijeron demócratas. El discurso, cual sea, se justifica en la práctica, sin más.

Además de un desvío ideológico y crucial, el abandono del socialismo como objetivo de la izquierda en México, me parece, contrario a lo que se pudiera pensar, un error electoral. Para demostrarlo, habría que echarle una mirada a la votación que obtuvo el último partido en nuestro país que contendió con la bandera socialista. Un resultado por el que venderían su alma cualquiera de los partidos que no componen la santísima trinidad.

La socialdemocracia es, en esencia y en origen, socialismo democrático. Y así habría que decirlo. La socialdemocracia no es una izquierda menos comprometida, ni una izquierda menos igualitaria, ni una izquierda menos contestataria ni menos combativa; no, lo que sí es, es una izquierda más democrática. Socialista, pero democrática, respetuosa de las instituciones, pero comprometida a transformarlas por las reglas construidas por todos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

en este momento que estamos pasando como nacion nosotros como mexicanos nesecitamos un partido con credibilidad que le de sertidumbre a los ciudadanos un partido que tenga miembros educados en el arte de la oratoria que convensa a los votantes que les haga sentir que lo que se promete es una realidad no mera demagogia que lo hunico que cosecha es frustracion y resentimiento que es cultivo de violencia y por lo tanto lo que estamos viviendo violencia y frustracion haora es el momento de ser verdaderos representantes de las masas que buscan lideres audazes confiables que en este mismo momento le s de la certidumbre que la persona que haora expone es la persona que pudiera ser el proximo lider que todo mexico espera un verdadero lider que aqui y haora esta aqui estoy seguro que podemos estar en contacto y estare muy honrado en poder aportar por esta nuestra causa puedo ser contactado en zorro_plateado44@live.com y tambien en corellarodolfo@yahoo.com

Unknown dijo...

Oigan, yo considero que el PSD es el mejor partido que hay en México, por varias razones; la primera es que es el único partido que aboga en contra de la violencia infantil, dos por que para mi el himno nacional lo considero bélico, barroco y cursi, y que usen ese slogan de: -Mexicanos al grito de paz-, pfff...,, bueno se me hace de diez cerrado. Y por último, creo que la combinación Social-Demócrata como ideología política es la perfecta, se tiene el contacto con los gobernados y la consideración con su razón.

¿Dónde puedo volverme un activo en él?. De verdad creí que había desaparecido y con la entrada de Temo me di cuenta que existía aún.