Por Luciano Pascoe Rippey
En menos de 10 meses, México celebrará el quinto proceso electoral en un marco de competencia real, tras la autonomía que gozó la autoridad electoral en las elecciones de 1997, el IFE se encuentra partidizado y padece un profundo descrédito, como producto del proceso electoral de 2006.
Serán ocho los partidos en contienda, con nuevas reglas de juego que, si bien han abaratado los costos para la ciudadanía, no han eliminado lo inequitativo en la distribución de los recursos públicos.
Los retos para ellos, pero sobre todo para la sociedad, son similares a los que vivimos hace 5 años, en la elección de 2003. Además de la ausencia de grandes figuras públicas, sentiremos la falta de aprobación de la clase política, producto entonces del desencanto ante el anhelado cambio y ahora por el agravante de los arteros y cobardes atentados en Morelia y la insípida capacidad de respuesta del Estado ante la delincuencia organizada.
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martes, septiembre 23
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