Por Luciano Pascoe Rippey
Hace un par de semanas narrábamos cómo una empresa ofrecía paquetes para "atender" preferencias sexuales distintas y "corregirlas". Recibí comentarios electrónicos tanto a mi buzón como en el blog asegurándome que, en efecto, la homosexualidad es una enfermedad. Los gays están enfermos —aseguraba un anónimo— mientras otros proferían comentarios que empezaban descalificándome, luego a los gays y terminaban vociferando su repudio a todo lo "gay".
La escena se repitió bastantes ocasiones. En una peligrosa mezcla de ignorancia e intolerancia fui testigo de cómo se construye la posibilidad de que se cometan, al menos en el discurso, crímenes de odio. Se puede ver como los argumentos se van diluyendo y dan paso a los prejuicios, las visiones conservadoras, las fobias y en particular a la homofobia.
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domingo, mayo 18
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