Por Alberto Begné Guerra
La cobarde agresión contra personas inocentes e inermes en Morelia nos obliga a una seria reflexión sobre los orígenes de la violencia en nuestro país. No se trata ya de víctimas de enfrentamientos y ajusticiamientos entre bandas criminales o entre éstas y las policías. Tampoco es un caso más de víctimas de un delito. Lo ocurrido en Michoacán revela de manera brutal lo que no queríamos ver: la violencia se reproduce y crece como producto de la impunidad.
La cuestión radica en comprender y asumir en un sentido amplio las exigencias contra la impunidad, pues en México constituye un fenómeno que, por mucho, trasciende la ineficacia en la persecución y el castigo a los delincuentes.
El artículo completo, aquí
viernes, septiembre 19
La impunidad es la causa
Por Jorge Carlos Díaz Cuervo
En el país se vive un contexto de incertidumbre respecto de las posibilidades reales que tiene el Estado mexicano para enfrentar los desafíos impuestos por la delincuencia organizada y los poderes fácticos.
El pasmo colectivo que ha generado la violencia, que todos los días se hace presente a lo largo y ancho del país, y la incertidumbre respecto de sus consecuencias ha sembrado la semilla del miedo. Miedo que desmonta escenarios de prosperidad en igualdad y libertad, y eclipsa las bondades de la vida en democracia, al tiempo que genera añoranzas autoritarias. Miedo que angustia cuando los servicios noticiosos nos confirman, todos los días, que el Estado se ha debilitado y está perdiendo la guerra.
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En el país se vive un contexto de incertidumbre respecto de las posibilidades reales que tiene el Estado mexicano para enfrentar los desafíos impuestos por la delincuencia organizada y los poderes fácticos.
El pasmo colectivo que ha generado la violencia, que todos los días se hace presente a lo largo y ancho del país, y la incertidumbre respecto de sus consecuencias ha sembrado la semilla del miedo. Miedo que desmonta escenarios de prosperidad en igualdad y libertad, y eclipsa las bondades de la vida en democracia, al tiempo que genera añoranzas autoritarias. Miedo que angustia cuando los servicios noticiosos nos confirman, todos los días, que el Estado se ha debilitado y está perdiendo la guerra.
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