viernes, agosto 8

Las muertes son de todos

Alberto Begné Guerra
La violencia criminal se ha instalado en México con una impunidad tal que, por desgracia, buena parte de la sociedad ha llegado a asumirla como si se tratara de una realidad inexorable, una nueva fatalidad nacional, una manifestación cotidiana de la imposición de la fuerza sobre la razón y el valor de la vida. Desde hace tiempo hemos sido testigos o víctimas, pasivos o impotentes, de miles de crímenes.
Y lo que es peor: rehenes del miedo y de la evasiva, silenciosa, irresponsable esperanza de que la violencia no nos afecte directamente, como si esta suerte de evasión colectiva respecto a las tragedias de los otros nos pusiera a salvo; como si se tratara de una suma de destinos individuales ajenos a nosotros; como si fueran casos que sufren extraños.

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